lunes, 31 de diciembre de 2012

LA FE PARA SALVACIÓN

                                        LA FE PARA SALVACIÓN

En el capítulo 9 del libro de Romanos, el apóstol Pablo se enfrenta al grave problema que experimenta por la incredulidad de su pueblo. Pablo no concibe que los judíos a quienes Dios confió las promesas de los bienes mesiánicos no hayan llegado a creer en ellos. Y es  normal que Pablo se haya viso afectado por la nefasta actitud de los altivos filósofos epicúreos y estoicos llamándolos tanto a él como a su compañero Silas de “charlatanes y publicadores de deidades extranjeras”

Por tal motivo, Pablo con todo el dolor que le embarga, en un exceso de celo o sinceridad espiritual, manifiesta que si fuese posible desearía ser maldito o separado del amor de Cristo por salvar a su pueblo del error en que se encuentran pese a su vocación que ha venido demostrando en el sentido de que solo por fe y por las obras se puede obtener la purificación hasta la llegada del Mesías. En  efecto de no ser así, ¿de que valdría la fe sin obras solamente? Santiago 2:14 dice: “Hermanos míos, ¿de que aprovechará si alguno dice que tiene fe y no tiene obras? ¿Podrá la fe solamente salvarle? Y si un hermano o hermana están desnudos y tienen necesidad del mantenimiento de cada día y alguno de vosotros les dice: “id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de que aprovecha?

Es un hecho real  que Jehová no ha faltado nunca a las promesa  hechas a los patriarcas  con la  reprobación de los judíos incrédulos. Porque la verdadera descendencia de Abraham , es decir la verdadera herencia de las promesas mesiánicas  no se terminan por nacimiento sino por designación divina.

Nuestro Dios Jehová no es nada injusto porque en igualdad de condiciones prefiere los unos a los otros. Dios es el dueño absoluto de sus dones y no tiene ninguna deuda con sus criaturas. Por lo tanto y siguiendo la norma  de aquellos que depositaron su fe en Jesucisto, así también, nosotros. De modo que ganar el Reino es un don  y un regalo inmerecidote nuestro magnífico hacedor Jehová Dios.

Por lo tanto y siguiendo la norma de aquellos que depositaron su fe en Jesucristo, así también nosotros con nuestro correcto proceder esparciendo las Buenas Nuevas, no solo cumplimos el mandato bíblico,  sino también depositamos nuestra fe como Pablo, en la misericordia de nuestro dechado Jesucristo.- Nicanor Molina.

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