lunes, 3 de diciembre de 2012

LA ESPERANZA DE LA RESURRECCIÓN

 
Las Sagradas Escrituras nos muestran que en un principio el propósito de Dios no consistía  en que muriesen los seres humanos. Dios creó a los primeros pobladores de la tierra, Adán y más tarde a Eva y los situó en un maravilloso paraíso al que llamó Edén con el mandato de tener hijos y que se extendiesen por toda la faz de la tierra y que solo se les quitaría la vida en el caso de desobedecer las normas fijadas por el Creador.
 
La primera pareja humana, Adán y Eva,  haciendo caso omiso de las bondadosas dádivas de Dios optaron por revelarse motivo por el cual  tuvieron que sufrir el justo castigo a su desobediencia cuando Dios  le  dijo a Adán volverás al suelo porque de  él  fuiste tomado, Porque polvo eres y a polvo volverás. (Génesis 3:19) Es razonable  dejar sentado  que Adán antes de ser creado, no existía, era polvo pero debido a su desobediencia y vivir independiente fue condenado a muerte.
 
Pero si solo fueron Adán y Eva los desobedientes de aquel mandato ¿Por qué tenemos que morir también todos nosotros? El hecho es que todos los que hemos nacido después de la desobediencia de Adán hemos heredado de él el pecado y por consiguiente la muerte. Hay quienes sostienen  que los seres humanos tienen un alma inmortal que sigue viviendo incluso después de la muerte y también sostienen  que es una puerta que conduce a otra vida. Esta creencia no está basada  en las Sagradas Escrituras, sino más bien  que la palabra de Dios enseña que el ser es un alma con todas las facultades físico-mentales Génesis 2:7) La Biblia también declara que: “El alma que esté pecando… ella misma morirá” de modo que no hay referencia alguna en la Biblia que  diga que el hombre posea un alma inmortal
 
Es evidente que  Adán pagó muy cara la desobediencia  a Dios y por ello  fue condenado a muerte, un pecado que le costó la vida humana perfecta  con todos los beneficios y prerrogativas que se le había dado (Génesis 3:17-19)  así como también sus futuros descendientes. Pero Dios con su bondad infinita y con el deseo, el poder y la fuerza para rescatar a los seres humanos envió a la tierra a un ser perfecto, el ser que más amaba su hijo unigénito  Jesucristo.(1ª Juan 4:9-10)
 
Pero ¿que esperanza hay para los seres que han muerto? Como decíamos al principio, la intención de Dios no era que lo humanos muriéramos pero que una vez  el pecado y la muerte entraron en el mundo, Dios reveló el propósito  de que los muertos fueran devueltos a la vida mediante una resurrección  y tiene el poder de traer a la vida a las personas que él escoge. Jesucristo dijo: “No se maravillen de esto, porque viene la hora en que todos los que están en las tumbas conmemorativas  oirán su voz y saldrán” (Juan 5:28-29 – Hechos 24:15)  Nicanor Molina.-

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