Transcurría el año 3165 cuando Dios confió a Jonás, de la tribu de Zabulón profetizara para que el rey Jeroboán III librara a los judíos de la dura opresión que ejercían los asírios, y exhortó a Israel por mucho tiempo a fin de que renunciara a los falsos dioses .
La principal misión de Jonás fue dirigirse a predicar a Nínive, que era el centro neurálgico del gentilismo, una penitencia impuesta por el Creador si verdaderamente querían suspender el castigo que sus iniquidades requerían del cielo, comisión que al profeta Jonás le pareció muy peligrosa, por algo se le llamaba “La ciudad del derramamiento de sangre” de modo que en lugar de dirigirse a Nínive ,se dirigió al puerto de Jope y de este se embarcó con destino a Tharsis.
Después de embarcar, Jonás se durmió profundamente en las partes más recónditas del barco. Entre tanto, los marineros se enfrentaron a un viento tempestuoso enviado por Dios que amenazaba con destrozar la nave. Clamaron a sus dioses por ayuda y para aligerar la nave arrojaron objetos por la borda. El capitán de la nave despertó a Jonás instándole a que también invocase a su Dios. Finalmente los marineros echaron suertes para determinar por culpa de quien s había originado la tormenta. Jehová hizo que la suerte identificase a Jonás . Cuando se le preguntó, confesó que había ido infiel a su comisión y, como no deseaba que otros perecieran por su culpa, pidió que lo arrojasen al mar. Una vez que fracasaron todos los esfuerzos por volver a tierra, los marineros tomados en serio la palabra de Jonás lo arrojaron al mar, y en aquel instante la tormenta se aplacó. (Jonás 1: 14-15)
Cuando se hundió en el agua, se le envolvieron algas marinas alrededor de la cabeza y después de estar tres días y tres noches en el vientre de aquel monstruo marino, por fin cesó su sensación de ahogo. Jonás oró a Dios glorificándole como su salvador prometiéndole pagar lo que había prometido en voto. Al tercer día el pez vomitó al profeta en tierra seca.
LA PENITENCIA DE LOS NINIVITAS.
Por segunda vez, Dios intimida a su profeta Jonás para que anuncie a los ninivitas su inminente ruina en castigo de sus continuas iniquidades sino hacen penitencia. Escarmentado Jonás, marcha sin réplica para internarse en la imponente Nínive, En las plazas y calles exclamaba con aterradora voz: ¡Dentro de cuarenta días Nínive será destruida”. Sobrecogidos de espanto sus habitantes por estas amenazas, los idólatras y disolutos detestan sus abominaciones y vicios y abren sus corazones a la penitencia, y todos en masa se ponen de parte de Dios.. El primero en hacerlo es el rey que descendiendo de su trono, se despoja de sus brillantes insignias y su ejemplo cunde entre la totalidad del pueblo que se convierte con empeñó a Dios, de modo que ayunan, oran, visten al saco, se estiran sobre cenizas y con públicos y generales testimonios de penitencia imploran de Jehová misericordia y perdón, Dios apiadado de aquella ciudad contrita y humillada, retira la cuchilla de su justicia que tenía levantada contra sus cabezas. ¡Notable ejemplo de sumisión a la divina palabra.
La hierba seca
Concluida su predicación Jonás se retiró al campo, frente a la puerta oriental de la ciudad y sentado a la sombra de una tienda esperaba ver la suerte que corrían los ninivitas. Cuando transcurrieron los cuarenta días y Nínive subsistía en pie por haberse Dios movido a compasión, se resintió Jonás sin duda temiendo ser calificado como un impostor o un falso profeta exhaló a Dios sentidas quejas, tanto que, después de tomada ofrenda, pidió a Dios, como un favor, la muerte. Dios reprendió su enfado como injusto, toda vez que la ruina de Nínive dependía de su impenitencia, condición que llevaba implícita su predicación y le hizo conocer su sin razón de un modo sensible.
Cuando de manera espontánea creció una calabacera vinatera para ofrecerle sombra, el profeta estuvo muy satisfecho pero su regocijo fue efímero. Al día siguiente, muy de mañana, un gusano hizo que la planta se secase. Privado de su sombra, Jonás quedó expuesto a u viento abrasador y el sol ardiente que batía su cabeza, de nuevo pidió a Dios morir. Entonces Jehová le dice “Te impacientas por la pérdida de una humilde hierba, a cuya plantación y desarrollo en nada has contribuido con tu trabajo, y querrás que yo la hubiera conservado para tu alivio y comodidad ¿Y no pensaré yo a la gran ciudad de Nínive donde se cuentan más de 120.000 niños que no saben distinguir su mano derecha de la izquierda; obras de mis manos, inocentes criaturas incapaces de ofenderme?. A estas palabras Jonás reconociendo su falta .el Señor lo perdonó y se restituyó a su patria.
Esta narración refleja la misericordia, paciencia y bondad de nuestro Padre Jehová al tratar con los seres humanos, pecaminosos (Job3;10; 4:2,11) Nicanor Molina.